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Puede que no te importe en absoluto. Puede que ni siquiera la abras, pero de antemano te digo que es importante. Puede que yo ahora esté muerta, o simplemente perdida en otro país. Puede que triunfe, que pierda, que me caiga o me sostenga, pero de lo que puedes estar seguro es de que seguiré pase lo que pase. Tomate como una tontería, si lo ves necesario, esta carta que escribí hace meses, en una de las muchas veces en las que me propuse dejarme ganar, o ganarte. Eres difícil, extremadamente difícil, pero a veces, tú y tu personalidad me habéis sorprendido. Nunca supe como sacarte una sonrisa, nunca me enseñaste , nunca me incitaste a que aprendiera. Siempre he estado un poco perdida en ti, un poco sola, por así decirlo. Había veces que, para qué mentirte, me replanteaba una y otra vez el significado que tenía dentro de ti. Si era nada, o mucho, si era poco o nada... Como ya he dicho, no aprendí a hacerte sonreír, tampoco estudié el magisterio de tu felicidad, pero cada milímetro de ti me importaba, hasta el detalle más insignificante. Que estupidez,¿no? Después de tanto tiempo aguantando miles de cosas, miles de lluvias ácidas, aguantando por ti, por seguir teniendo la típica conversación a la que le ponías la gracia con tus bromas, por seguir mirándote y teniendo tus abrazos, por seguir sabiendo que estas ahí. Sin tener recompensa y seguir para delante, como una campeona, pero sin ser proclamada ganadora, estando ahí hasta el final. Nunca pensé que las cosas podrían acabar así, tan triste, tan injustamente. Pero no me quedaba otra, ahora puede que esté en un lugar mejor, lejos de todo lo bueno que tenia antes, quién sabe, lejos de ti. Lo que sí sé es que te echaré de menos, muchísimo de menos. No me eches nunca en cara todo lo que ha pasado durante este tiempo, porque puedo jurarte que todo, absolutamente, todo, lo hice pensando en ti. Para que todo te beneficiara, y tú... tú solo me hacías reproches y me hacías daño con tus comentarios. Pero no te preocupes, que aún así, te echaré de menos.

Te quiere, Triana